bp España ha celebrado esta mañana el desayuno bp, ante los retos de la transición energética, un encuentro enfocado en las futuras políticas energéticas para frenar el cambio climático, su viabilidad económica en España, así como las consecuencias a largo plazo para el sector energético. El encuentro, celebrado en El Gabinete Literario de Las Palmas e inaugurado por Gonzalo Piernavieja, Viceconsejero de Industria, Energía y Comercio de Canarias, ha contado con la presencia de numerosos representantes del ámbito político y económico de las islas.
Luis Aires Dupré, presidente de bp España, ha dirigido el acto y destacado que “las empresas deben seguir innovando y desarrollando tecnologías que permitan reducir emisiones de la forma más eficiente posible, ya que la sociedad demanda soluciones coste eficientes para mantener la competitividad de la economía española y el bienestar de los ciudadanos”. En este sentido, ha señalado que “un porcentaje muy relevante de la reducción de las emisiones proviene de la eficiencia energética alcanzada en todos los sectores de la economía española, y las tecnologías maduras deben seguir contribuyendo a la reducción de las emisiones hasta que las tecnologías emergentes sean competitivas”.
Por su parte, Gonzalo Piernavieja, Viceconsejero de Industria, Energía y Comercio de Canarias, destacó la importancia de apostar por políticas de consenso público-privadas para conseguir el objetivo acordado en la cumbre del cambio climático en París. En la misma línea, señaló la relevancia en este proceso de compañías petroleras como bp, que apuestan por el doble camino de incrementar la eficiencia de los combustibles fósiles al tiempo que desarrollan las energías renovables.
Según estimaciones de bp, para el año 2040, el Producto Interior Bruto (PIB) se duplicará fruto del aumento de la población mundial y el incremento en la prosperidad de las personas que viven en países en vías de desarrollo, progreso que conllevará un crecimiento del 33% de la demanda de energía. Por tanto, el sector energético se enfrenta a un doble reto: por un lado, dar respuesta a esa mayor demanda energética que el mundo necesita para continuar desarrollándose y, por otro, seguir reduciendo las emisiones de CO2 para limitar el calentamiento global.
El Acuerdo de París de diciembre de 2015 supuso un punto de inflexión y el compromiso de los países firmantes de reducir sus emisiones, de modo que el crecimiento de la temperatura global no supere los dos grados centígrados respecto a los niveles existentes antes de la revolución industrial.
En esta transición energética en marcha, que llevará muchos años, los combustibles fósiles, que hoy en día representan el 85% de nuestra energía primaria, mantendrán una importante cuota en el mix energético. Así, el petróleo y el gas acapararán en torno al 50% en el año 2040, mientras que el carbón será el que experimente una mayor volatilidad según las diferentes estimaciones, pudiendo suponer desde un 20% en los escenarios más continuistas, hasta un 10% en aquellos escenarios en los que un precio alto por tonelada de CO2 le penalice en mayor medida.
En este sentido, puede desterrarse la idea de que el planeta va a agotar sus reservas de petróleo y, más bien al contrario, es muy probable que se queden grandes cantidades sin extraer finalmente. Esto es así, en parte, porque los altos precios del petróleo han incentivado el desarrollo tecnológico, tanto en la producción convencional como en la no convencional. De esta forma, las reservas petroleras conocidas y recuperables con la tecnología actual son más del doble de la demanda acumulada de petróleo hasta 2050, y podrían llegar hasta el triple si se tienen en cuenta el desarrollo tecnológico y los nuevos descubrimientos.
2018 marcará el año de la presentación de la Ley de Cambio Climático y de Transición Energética en España, país que ha llevado a cabo un enorme esfuerzo para reducir las emisiones en todos los sectores.
Para el año 2030, los países de la UE tienen como objetivo reducir sus emisiones un 40% respecto a los niveles de 1990, lo que para España supone 150 millones de toneladas de CO2 anuales. Según un estudio realizado al respecto por la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP) y KPMG, ya se ha alcanzado una reducción de 120 millones al año.
En la generación eléctrica las inversiones han permitido que la energía eólica y solar alcanzasen, conjuntamente, el 11% del mix de energía primaria – frente al 4% a nivel mundial, y el 25% en el mix de generación eléctrica. En el caso de Canarias, la aportación de las energías eólica y solar al mix de energía primaria es del 2%, y del 9% en el caso del mix de generación eléctrica.
Pero este esfuerzo no se ha quedado solo en el sector eléctrico, sino que todos los sectores de la economía han contribuido a la reducción de emisiones por la vía de la eficiencia energética: en el caso del sector del refino, en los últimos diez años se han reducido en un 7%, al tiempo que la producción aumentaba un 7%, con lo que la intensidad de las emisiones del refino se ha reducido en un 14%. Lo mismo se puede decir del sector del transporte, que redujo sus emisiones en un 15%, mientas el tráfico se reducía en un 3%, alcanzándose por ello un eficiencia energética de un 12% en este sector.
No obstante, todavía queda mucho camino por recorrer, y dentro de las alternativas lo más eficiente es seguir con la descarbonización de la generación eléctrica, ya que la del transporte resulta más compleja y costosa, al requerir de grandes inversiones en infraestructuras y tecnologías que siguen sin ser lo suficientemente maduras para ser competitivas.
Los coches con motor eléctrico aún no son competitivos en costes frente a aquellos con motor de combustión interna, y aún será necesaria una década para que el desarrollo tecnológico haga que los costes se igualen. En definitiva, la electrificación del transporte por carretera se acelerará en los próximos años, pero dependerá de factores como la reducción de costes del desarrollo tecnológico, la resolución de las limitaciones existentes actualmente en cuanto a autonomía de las baterías, la rapidez de la recarga, las infraestructuras necesarias, la legislación y los gustos de los consumidores.
En definitiva, este necesario desarrollo tecnológico exige ante todo la creación de mecanismos que incentiven las tecnologías más limpias y desincentiven las más contaminantes. En este sentido, el establecimiento de un precio al CO2 que afecte a todas las fuentes energéticas en función de sus emisiones se perfila como el más eficiente.
bp es consciente de que el cumplimiento del ambicioso objetivo de reducción de emisiones establecido en París pasa por ir más allá de la apuesta por las renovables, carrera en la que se embarcó hace 20 años, siendo necesario que todas las fuentes energéticas contribuyan en la reducción del impacto medioambiental. Así, la Compañía ha definido tres pilares fundamentales para afrontar la transición energética.
En primer lugar, bp se ha comprometido a reducir las emisiones de sus operaciones de aquí a 2025. En segundo lugar, está desarrollando productos más eficientes, así como combustibles líquidos, lubricantes y productos petroquímicos con menor contenido de carbono. Y, finalmente, la Compañía está invirtiendo en el desarrollo de tecnologías y modelos de negocio bajos en carbono, como la puesta en marcha de proyectos solares a través de Lightsource bp, el almacenamiento de energía renovable, la carga ultra-rápida de baterías o la recuperación de energía a partir de residuos sólidos urbanos.
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